NDD a la cabeza en protección pulmonar

  30 Sep 2021


La importancia de la salud pulmonar

Millones de personas en todo el mundo padecen enfermedades pulmonares, por ello, la necesidad de ofrecer un acceso generalizado a los equipos de pruebas de función pulmonar nunca había sido tan importante.

La mayoría de profesionales sanitarios saben que la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC es un problema grave en todo el mundo. No obstante, al igual que sucede con otras afecciones, no sabemos realmente cuál es el verdadero alcance del problema. En los Estados Unidos, la EPOC supone un coste anual de unos 50 000 millones de dólares, entre los costes directos de la atención sanitaria y los costes indirectos derivados de la carga de la enfermedad en la economía debido a la pérdida de productividad o el absentismo laboral. Unos 15 millones de personas han recibido un diagnóstico oficial de EPOC, que es actualmente la cuarta causa de muerte en el país. Pero la EPOC no es solo un problema estadounidense. Se estima que en todo el mundo, 250 millones de personas padecen EPOC y esta enfermedad es la TERCERA causa de muerte en el mundo (sin incluir las muertes por la pandemia).

EPOC: la «epidemia invisible»

Esta es solo la parte visible de la historia. En una charla TEDx publicada recientemente, la Dra. Jean Wright, exdirectora de Innovación de Atrium Health, miembro del Consejo de Administración de la COPD Foundation, y una de las personalidades más influyentes en este ámbito, describió la EPOC como una «epidemia invisible». Aunque se han logrado diagnosticar 15 millones de casos en los Estados Unidos y 250 millones en todo el mundo, es probable que existan al menos el doble de personas con síntomas, sin saber por qué no pueden respirar correctamente y, como consecuencia, sin tratamiento, sin conocimientos o sin una planificación para el tratamiento de la enfermedad. La Dra. Wright hace referencia a estas personas como «los millones perdidos» de EPOC. Pero independientemente de cómo nos refiramos a ellos, resulta evidente que es necesario mejorar en la identificación y el diagnóstico de esta enfermedad, para poder proporcionales la asistencia y la atención que necesitan. Para ello, debemos volver a analizar nuestros conocimientos sobre la EPOC y tratar de construir un mejor sistema.

Los desafíos del diagnóstico

Históricamente, se ha establecido una estrecha relación entre la EPOC y el tabaquismo, e incluso actualmente entre el 75 y el 85 % de los casos (en los países desarrollados) siguen estado relacionados con los hábitos tabáquicos. No parece descabellado, ya que los cigarrillos contienen unos 7000 productos químicos, muchos de los cuales atacan directamente a los tejidos del sistema respiratorio o debilitan las defensas frente a las infecciones crónicas, lo cual supone un deterioro gradual. Sin embargo, una parte considerable de los casos no tiene ningún tipo de relación con el tabaquismo. La exposición continuada a sustancias químicas o contaminantes, a vapores o a polvo en el lugar de trabajo o una calidad el aire deficiente en lugares cerrados también puede provocar daños en el sistema respiratorio. De hecho, en los países en vías de desarrollo, en los que suelen utilizarse métodos de cocina o de calefacción tradicionales, la exposición al humo procedente de la combustión de biomasa suponen un factor de riesgo aún mayor que el tabaquismo.

Además, existen muchísimos otros factores de riesgo para la EPOC que todavía se desconocen o de los que no se dispone de información suficiente. La deficiencia de α1-antitripsina es, probablemente, el factor más conocido y afectaría aproximadamente a un 3 % de todos los casos de EPOC. La deficiencia de α1-antitripsina es una afección en la que el hígado no produce correctamente esta proteína, cuya función es proteger a los pulmones ante irritaciones o infecciones. Sin esta protección, los pulmones son más vulnerables y pueden padecer daños mucho antes de lo que suele ser habitual en pacientes con EPOC. Por otro lado, los casos graves de asma que no reciben el tratamiento adecuado pueden provocar una remodelación de las vías respiratorias y una obstrucción permanente. Algunas infecciones graves, como la bronquiectasia, pueden provocar el debilitamiento de las vías respiratorias a través de una colonización bacteriana prolongada o de infecciones persistentes. Incluso la inflamación provocada por enfermedades como la obesidad o la diabetes pueden provocar problemas pulmonares obstructivos a largo plazo.

Una de las principales barreras de la EPOC, que impide el diagnóstico correcto de millones de casos, es la idea preconcebida de que esta afección siempre está relacionada con el tabaquismo. Si no se valoran otros factores de riesgo, resulta muy fácil atribuir las dificultades cada vez mayores para respirar a la edad o al hecho de estar en «baja forma física». Es cierto que estos aspectos pueden provocar una disnea progresiva, pero a menos que se determine la causa correcta, la exposición constante a sustancias irritantes seguirá empeorando los daños hasta que resulte imposible pasarlos por alto. Por otro lado, los profesionales sanitarios de atención primaria siguen asociando la EPOC únicamente con el tabaquismo y no tienen tiempo suficiente para establecer diagnósticos rebuscados, por lo que se limitan a tratar los problemas obvios o que requieren atención inmediata. En otras ocasiones, los profesionales de atención primaria sencillamente no disponen del equipo necesario para establecer un diagnóstico de EPOC adecuado. Históricamente, las pruebas de función pulmonar (PFP) se realizaban en centros especializados con equipos de gran tamaño, muy difíciles de utilizar. Es posible que muchos pacientes se nieguen a añadir otra cita en otro lugar distinto, lo cual vuelve a retrasar el diagnóstico y los daños provocados por la enfermedad siguen aumentando.

Por desgracia, la EPOC no solo afecta a los pulmones. El oxígeno es la fuente principal para el correcto funcionamiento del metabolismo celular y el dióxido de carbono es el principal producto de desecho. Una alteración de los valores de cualquiera de ellos fuera de los intervalos habituales puede llegar a afectar a todos los aparatos y sistemas. Muchos de los pacientes con EPOC (diagnosticada o no) también padecen problemas cardiovasculares, al fin y al cabo, el corazón y los pulmones comparten ubicación en el tórax y al igual que cualquier otro tipo de «vecinos», lo que afecta a un órgano, acaba afectando al otro.

La luz al final del túnel

Es esencial subrayar que la dificultad de acceso a los equipos de PFP es un hecho «del pasado». Por suerte, actualmente ya no tenemos ese problema. La línea de dispositivos EasyOne Pro de NDD para la realización de pruebas de función pulmonar garantiza el acceso a las PFP más completas en cualquier lugar. Los modelos Pro y Pro LAB permiten realizar las dos pruebas más importantes (espirometría y DLCO), así como mediciones de los volúmenes pulmonares y todo ello en el punto de atención. Ya hace tiempo que la espirometría es el método de referencia para el diagnóstico de la EPOC y entidades como la COPD Foundation, la American Thoracic Society o la Global Initiative for Chronic Obstructive Lung Disease (GOLD) utilizan esta prueba como base para establecer sus criterios de diagnóstico. Con los espirómetros actuales se obtienen unos resultados precisos del flujo y los volúmenes pulmonares (así como interpretaciones preliminares de estos datos) de manera rápida y sencilla y el modelo EasyOne Air de NDD permite incluso utilizarlo fuera de los centros de salud. Los valores de la espirometría permiten detectar problemas en el flujo aéreo incluso antes de la aparición de los primeros síntomas, lo cual permite realizar un diagnóstico precoz y empezar un tratamiento temprano, que son factores esenciales para reducir la exposición y tratar de ralentizar la progresión de la enfermedad.

La utilidad de las pruebas de DLCO

Sin embargo, la espirometría no siempre es suficiente. Puede resultar sorprendente pero no todos los pacientes que presentan una obstrucción espirométrica desarrollan síntomas de EPOC y, del mismo modo, no todos los pacientes con síntomas presentan problemas en las mediciones del flujo aéreo. Aquí es donde entra en escena la segunda prueba, la medición de la capacidad de difusión pulmonar de monóxido de carbono (DLCO). Esta prueba utiliza cantidades mínimas de monóxido de carbono para evaluar la transferencia de gases entre los alveolos y la vasculatura pulmonar. En un artículo reciente realizado a partir de los datos del estudio poblacional de referencia COPDGene, se ha observado la existencia de una relación entre una menor capacidad de difusión pulmonar de monóxido de carbono (DLCO) y la gravedad de los síntomas de la EPOC, además de funcionar como factor predictivo del desenlace de la enfermedad. El hecho de disponer de mediciones de DLCO como parte del reconocimiento médico estándar en la atención primaria permite obtener un diagnóstico más rápido de la EPOC y acceder a un tratamiento más eficaz de los síntomas a largo plazo.

Una solución para las PFP rentable y centrada en el paciente

Como hemos mencionado, existen millones de pacientes con EPOC no diagnosticados, además de pacientes con enfermedades pulmonares intersticiales, problemas cardiovasculares o una gran variedad de enfermedades que afectan a la respiración (sin contar el amplio espectro de casos de COVID persistente), por lo que la necesidad de ofrecer un acceso generalizado a los equipos de pruebas de función pulmonar nunca había sido tan importante. Los laboratorios especializados en PFP siguen recuperándose de los disfuncionamientos en el servicio provocados por la pandemia, por ello, resulta esencial que los consultorios ofrezcan soluciones para facilitar las pruebas, el diagnóstico y la mejor atención de sus pacientes.

Publicada en www.nddmed.com / Escrito por Michael Hess

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